CASA ANA

Como arquitecta detrás de Casa Ana, me embarqué en la misión de armonizar el espacio y la funcionalidad para satisfacer las necesidades únicas de mis clientes.

 

Con un chef en la familia, una cocina espaciosa era imprescindible, mientras que un estudio sustancial aguardaba a los hijos artísticos, complementado con una biblioteca y un rincón de lectura.

Atendiendo a diversas demandas, el programa arquitectónico además abarcaba: una sala de televisión, tres habitaciones cada una con su propio baño, un cuarto de lavado, una sala de estar, un comedor y una cochera para 2 autos, todo dentro de los confines de un área de construcción de 8.4x15 metros. 

 

Después de refinar tres propuestas conceptuales, opté por una asimetría arquitectónica que acomodó ingeniosamente los extensos requisitos espaciales, culminando en la creación de Casa Ana. 

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En busca de cultivar un entorno sereno propicio para la relajación, me adentré en los principios de la biofilia que había estudiado en profundidad durante mis estudios de neuroarquitectura. Inspirándome en estos principios, creé meticulosamente un espacio armonioso al integrar estratégicamente elementos inspirados en la naturaleza.

 

Un jardín bajo la escalera principal, que fomenta de manera fluida una conexión con el exterior yace en el centro de la casa. Para potenciar aún más la atmósfera tranquila, incorporé techos de madera en las habitaciones, diseñados específicamente para la revitalización y el reposo. Esta amalgama de diseño biófilo y elecciones conscientes de materiales se fusionó para dar vida a un oasis de serenidad dentro de la estructura arquitectónica de la residencia.

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